El otro día, hace ya más de diez en realidad, nos dimos un paseo por Cantabria para ver la nieve, que este año se había hecho de rogar.
Subimos por el valle del Miera, que no conocía, tratando de buscar un sitiuco donde parar y dar un paseo. Pero como los márgenes de la carretera estaban nevados acabamos en San Roque de Río Miera, único sitio donde se había suficiente espacio abierto para poder aparcar.
Como no era cuestión de madrugar en sábado llegamos casi a la hora de comer. Así que tras un breve paseo por el pueblo nos metimos uno de esos cocidos que sirven por aquí en cualquier sitio que preguntes, y nos volvimos para casa con una breve visita a Liérganes y destino final en las dunas de Liencres.
Con lo poco que me gusta la playa en verano hay que ver el encanto que tiene en invierno. Cuando puedes pasear tranquilamente sin molestar ni ser molestado y el solete vence la batalla a la brisa que siempre sopla en estas playas.
Lo cierto es que es una gozada poder disfrutar de paisajes tan diversos en una misma jornada. Es lo que tiene la tierruca.